jueves, 18 de septiembre de 2025

La serpiente de bronce y Cristo en la cruz.

 



El relato de Números 21:4-9 nos habla de un episodio crucial en el caminar de Israel: el pecado de la murmuración, el juicio de las serpientes ardientes y el remedio que Dios proveyó a través de la serpiente de bronce. Este pasaje, que a primera vista puede parecer extraño, en realidad contiene una de las revelaciones más claras de la obra redentora de Cristo.




1. ¿Cuál fue el pecado del pueblo?

El pueblo habló contra Dios y contra Moisés, despreciando tanto al siervo que Él había escogido como el alimento que Él les proveía:

Moisés no fue un líder escogido por el pueblo, sino un siervo levantado por Dios.

El maná no era cualquier comida, sino el pan que descendía del cielo, provisión directa del Señor.
Al murmurar contra ambos, el pueblo estaba rechazando la soberanía de Dios en sus decisiones. Este pecado fue de ingratitud, falta de fe y desprecio a la provisión divina.

2. El juicio de las serpientes

En respuesta, Dios envió serpientes venenosas que mordían al pueblo y muchos murieron. El veneno representaba la consecuencia inevitable del pecado: la muerte. El pueblo pidió que Dios quitara las serpientes, pero Dios no lo hizo.

3. Dios no quita las serpientes, da un remedio

El pueblo pidió a Moisés que orara para que Dios quitara las serpientes (Núm 21:7).

Pero Dios no las quitó. En lugar de eso, proveyó un medio de vida en medio de ellas: la serpiente de bronce levantada.

Esto nos enseña que la salvación de Dios muchas veces no es eliminar el problema de raíz aquí y ahora, sino dar la gracia para vivir en medio de él.

Paralelo con el pecado en nosotros

Así como las serpientes siguieron en el campamento, el pecado sigue en nuestra carne.

Romanos 7:17-20 dice: “Ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí”.

Dios podría haber eliminado nuestra naturaleza caída de inmediato, pero en su sabiduría permitió que sigamos conviviendo con el asedio del pecado.

Lo que Él da es una mirada constante a Cristo como remedio:

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Heb 12:2).

El remedio: mirar con fe

En el desierto, ser mordido era seguro, pero no significaba la muerte si uno miraba a la serpiente de bronce.

En la vida cristiana, también caemos y somos alcanzados por el pecado, pero no estamos destinados a la muerte si miramos a Cristo con fe.

1 Juan 2:1: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.

Sentido espiritual profundo

Lo ideal (humanamente hablando) sería que no hubiera pecado en nosotros.

Pero Dios nos permite vivir con esa tensión para que dependamos siempre de Cristo.

La victoria no es ausencia de pecado, sino vida en medio del pecado gracias a la obra de Cristo.

Pablo lo resume: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Ro 7:24-25).

4. ¿Por qué una serpiente de bronce?

La serpiente representaba el pecado que estaba destruyendo al pueblo.

El bronce, en la Biblia, está relacionado con el juicio de Dios (altar de bronce, lavacro de bronce, etc.).

La serpiente de bronce simbolizaba el pecado ya condenado bajo el juicio divino.
No fue hecha de oro (gloria), ni de plata (redención), sino de bronce, porque se trataba del pecado siendo juzgado.

5. El cumplimiento en Cristo

Jesús mismo explicó este símbolo:

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14-15).

Cristo fue levantado en la cruz, no como pecador, sino en semejanza de carne de pecado (Ro 8:3).

En Él se exhibió el pecado del mundo bajo juicio, aunque en su propia naturaleza no había pecado (2 Co 5:21).

Así como los israelitas no eran librados de la presencia de las serpientes, sino de la muerte al mirarla, nosotros tampoco somos librados todavía de la presencia del pecado, pero tenemos vida al poner la mirada de fe en Cristo.

6. Aplicación para nosotros

El pecado sigue rondando, como las serpientes en el campamento.

El veneno del pecado nos hiere, y muchas veces caemos, pero el remedio sigue siendo el mismo: mirar a Cristo levantado en la cruz.

La victoria del creyente no es la ausencia de pecado, sino la vida en medio del pecado gracias al poder de Cristo.

🔑 Conclusión

La serpiente de bronce es una poderosa figura de la cruz:

Representa el pecado bajo juicio (bronce).

Elevada en un asta (נֵס nes = estandarte), visible a todos.

Quien la miraba con fe, vivía.

Así también Cristo, levantado en la cruz, se convierte en el estandarte de salvación: todo aquel que lo mira con fe recibe vida eterna, aun viviendo en un mundo lleno de serpientes (pecado).

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